Por
Jésica Rodríguez. Licenciada en Comunicación Social, Universidad Nacional de La Plata.-
El
pasado 22 de febrero se llevó a cabo una nueva entrega de los premios Oscars a
las mejores películas de 2014. Pero no es la ceremonia de entrega lo que quiero
destacar en sí, sino un hecho que sucedió y que se llevó la atención de propios
y extraños: el discurso de la actriz, Patricia Arquette, al recibir su premio
como mejor actriz de reparto por la película “Boyhood”.
En
aquella ocasión, Arquette hizo un llamado a todas las mujeres de su país para
luchar por la igualdad de los salarios y sus derechos; ganándose la admiración de
estrellas tan dispares como Meryl Streep y Jennifer López, unidas en el mismo
grito de solidaridad.
"A
cada mujer que ha dado a luz, a cada contribuyente y cada ciudadano de esta
nación que ha luchado por la igualdad de los derechos de todos. Es el momento
de que tengamos igualdad salarial e igualdad en los derechos de la mujer en
Estados Unidos", había pronunciado la actriz.
Pero
el salario desigual de las mujeres, no es sólo un problema de las
estadounidenses sino de las mujeres de
todo el mundo, inclusive de nuestra región y de la Argentina.
En Chile la brecha salarial en términos de
remuneraciones entre hombres y mujeres continúa siendo alta; de hecho, es una
de las mayores en América Latina, sin embargo el sueldo de una mujer es
en promedio un tercio más bajo que el de un hombre.
La
ministra del Servicio Nacional de la Mujer de ese país, Carolina Schmidt, dijo
en su momento: "El sueldo de una mujer en promedio es un tercio más bajo
que el de un hombre (…)
aunque resulta difícil comparar la diferencia salarial
entre hombres y mujeres en distintos países, la brecha promedio a nivel mundial
está estimada en el 15,6% y oscilaría entre el 30% y el 10%", aseveró Schmidt. (Ver: "El sueldo de una mujer es en promedio un tercio mas bajo que el de un hombre")
Similar situación viven las mujeres españolas, donde
el sueldo de ellas representa el 78% del de los hombres, según datos de la Encuesta
Anual de Estructural Salarial del Instituto Nacional de Estadística (INE)
de ese país.
Es decir,
mientras éste percibe alrededor de 25.000 euros, una mujer por el
mismo trabajo recibe solo 19.500 euros. Además, una mujer con trabajo fijo
cobra poco más que un hombre contratado.
Asimismo, las mujeres, en España, tienen
que trabajar 84 días más al año para ganar lo mismo que un hombre. ("Las mujeres tienen que trabajar casi 14 meses para cobrar el sueldo anual de un varón")
De
esta manera, el empleo femenino, en España, no impide el empobrecimiento de las
mujeres, pues la brecha salarial, la precarización del trabajo a tiempo parcial
y la feminización de ciertos sectores determinan una situación económica peor
que la de los hombres en términos globales. (Ver: "El sueldo de las mujeres es el 78% del de los hombres, según datos del INE")
La actriz Patricia Arquette. |
Acá, ellas lejos de ellos.
Mientras
tanto, en Argentina, ¿qué sucede? Nuestro
país no es ajeno a este problema con el que deben convivir mujeres de todo el
mundo. A pesar de las mejoras laborales de los últimos
años, las brechas de género en el trabajo y en los salarios siguen siendo muy
amplias y se profundizan en los sectores menos calificados.
Ganan menos, porque consiguen empleo en sectores
peor pagos y más precarizados. Y deben trabajar menos horas porque deben cargar
con la responsabilidad naturalizada del cuidado del hogar, resignando de esta
manera calidad de trabajo.
Según
un informe del Centro de Estudios Mujeres y Trabajo de la Argentina (Cemyt) se
muestra que la participación de las mujeres en el mercado laboral disminuye (representan
el 27% frente al 53% que tienen los varones) a medida que aumenta la cantidad
de hijos/as., contrario al caso de ellos donde su presencia aumenta.
Asimismo, la brecha salarial se profundiza cuanto
menos capacitación tiene la mujer. El mismo informe detalla que: quienes poseen
estudios secundarios incompletos, las mujeres tienen un salario promedio
mensual de un 47 por ciento menor que el de los varones. En el caso de las que
tienen el secundario completo es del 32 por ciento, mientras que entre las que
han alcanzado el nivel universitario es del 29 por ciento. Sin embargo el
salario sigue siendo menor al de los
varones.
Es decir, que haya mayor presencia de las mujeres
en los niveles educativos superiores no significa que suceda lo mismo en el
mercado laboral, sobre todo en puestos de dirección porque persisten las
enormes brechas salariales.
La consecuencia
de esto es que a pesar de existir mujeres con sólida formación, estas
desempeñan trabajos en los que no logran desarrollar ni su potencial ni sus
aptitudes.
Por otro lado, los varones se insertan mayoritariamente en
los sectores de actividad donde los salarios son más elevados y que a la vez
tienen alto grado de formalización, mientras que las mujeres lo hacen en los
sectores donde los salarios son menores y es mayor la precarización laboral.
En el sector enseñanza, que es un sector altamente
feminizado, hay un 76 por ciento de mujeres y un 24 por ciento de varones. En
este ámbito las mujeres también ganan menos que los varones: la brecha en el
salario mensual promedio percibido por unos y por otras es del 22 por ciento. Mientras
que en los puestos profesionales es entre un 17 y 27% menos.
El estudio de CEMYT concluye
señalando que en definitiva, la brecha salarial se debe porque tanto en los empleos
registrados como en los no registrados, las mujeres trabajan menos horas que
los varones. (Ver: "Radiografía de la desigualdad" y "Somos iguales... pero no tanto")
Clara
expresión de cómo los patrones socioculturales les asignan a las mujeres
compatibilizar vida pública y vida privada.
Mujer = madre y esposa.
Afirmo que en la idea androcéntrica de la mujer concebida
como madre y esposa (como único modelo de feminidad) se encuentra la causa
principal de esta desigualdad.
A la valoración negativa que se tiene del trabajo
de la mujer, la carga horaria que le demanda el cuidado del hogar y la
insuficiente formación profesional se le suma este componente que es
sociocultural.
En la actualidad la redistribución de las tareas domésticas en los hogares no han
cambiado, lo que hace que estas mujeres deban interrumpir sus carreras, elegir
trabajos de tiempo parcial o empleos informales, entre otras consecuencias que inciden para su
desarrollo personal y profesional.
Además, persiste la idea de que el ingreso de las
mujeres es un complemento, y esto ocurre aun cuando la familia no pueda
sobrevivir sin este ingreso o que este sea mayor que el del hombre o que esa
mujer sea Jefa de Hogar en una familia monoparental.
Frente a esto las mujeres salen a los mercados de
trabajo en condiciones desiguales frente a los hombres, lo que se traduce en
menores posibilidades de ascenso y peores salarios.
Porqué este articulo se
tituló “Gracias Patricia”, porque la actriz visibilizó una problemática poco
difundida, y que algunos sectores creyeron
que estaba descontada por las organizaciones de mujeres y feministas.
Se cree que hoy la lucha
de las mujeres es sólo por la despenalización del aborto y la erradicación de
la violencia contra las mujeres, pero no son las únicas, esta pelea de “igual
salario por igual trabajo” continua latente en los corazones de cada mujer que
debe vivir esta discriminación.
Porque es discriminación
mientras persista esa desigualdad enmarcada por el mero hecho de pertenecer a
un sexo; y también es una forma de
violencia hacia las mujeres. Las
mujeres seguimos circulando en el mundo laboral en inferioridad de condiciones
y de oportunidades que los varones.
Y
eso implica no solamente que somos diferentes sino que es una comprobación bien
concreta que esas diferencias implican desigualdades.
La Reforma Constitucional de 1994 de nuestro
país otorgó rango constitucional a una serie de tratados y convenciones
internacionales que dictaminan en relación a la eliminación de todas las formas
de discriminación, al reconocimiento de la igualdad y al compromiso de los
Estados en relación al tema.
Pero, nuevamente, tenemos que volver a recordar que las inequidades subsisten
en los hechos, que persiste la vergüenza de la brecha salarial entre mujeres y
varones para iguales trabajos.
Esto sigue ocurriendo, a pesar de los cambios que la sociedad ha ido
experimentando, en virtud de las luchas que han tenido a las mujeres como
protagonistas.
Esta situación nos interpela y reclama sostener una lucha que no deberá
detenerse sino ante el logro de la equidad y para ello es imprescindible que
demandemos al Estado que se haga cargo de sus responsabilidades para ello y que
las distintas instituciones de la sociedad establezcan acciones concretas y
alianzas que las hagan posibles.
Y finalmente, pero no por eso menos importante
y estratégico, que todas las personas que conformamos la sociedad argentina
entendamos el rol protagónico que desde nuestros lugares tenemos para revertir
la inequidad y que lograrlo no sea una utopía de unas pocas sino una realidad
para todas las personas. Por eso, “gracias Patricia!!!.”
Enlaces de interés:
ENLACE
PARA VER EL VIDEO DE PATRICIA ARQUETTE: